El autorregistro conductual es una herramienta terapéutica sencilla y muy eficaz que consiste en anotar, en el momento o poco después, ciertos comportamientos, pensamientos, emociones y contextos. Su objetivo es hacer visible lo que pasa en tu día a día: cuándo ocurre, con qué intensidad, qué lo dispara y qué consecuencias tiene.
En terapia psicológica (especialmente en enfoques cognitivo-conductuales), el autorregistro permite medir, comprender y modificar patrones de conducta y emoción. No solo es “hacer deberes”; es recoger datos para tomar mejores decisiones y avanzar más rápido en los objetivos terapéuticos.
¿Para qué sirve?
Su objetivo es hacer visible lo que pasa en tu día a día.
Aumenta la conciencia: ver por escrito lo que hacemos/sentimos reduce la “niebla” y aclara patrones.
Detecta disparadores: (situaciones, pensamientos, personas, lugares, momentos del día).
Mide la evolución: al comparar semanas, vemos cambios reales (¡aunque no siempre se noten!).
Rompe bucles: al identificar relaciones entre estímulos-respuesta-consecuencias, podemos intervenir.
Empodera: transforma impresiones (“siempre me pasa”) en información concreta y accionable.
Qué variables registrar (y por qué)
No hace falta apuntarlo “todo”. Elegimos variables clave según tu objetivo terapéutico:
Fecha y hora: ayuda a detectar franjas vulnerables (p. ej., noches).
Situación/Contexto: dónde estás, con quién, qué haces.
Pensamientos clave (si aparecen): “No voy a poder”, “Hice el ridículo”.
Emoción e intensidad (0–10): tristeza 5/5, ansiedad 3/5…
Conducta respuesta: qué hiciste (evitaste, discutiste, te fuiste, respiraste, pospusiste…).
Regla de oro: menos, pero constante. Es mejor registrar 2 – 3 ítems bien elegidos que 20 a medias.
Quédate con que…
El autorregistro conductual es simple, flexible y muy potente para entender y cambiar patrones. Bien usado, acelera los aprendizajes, te da claridad y te devuelve sensación de control.
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